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Por María José Gaona
Hoy ya no es un tabú ni tampoco un tema oculto el hablar de la discriminación hacia las minorías sexuales. En Chile hay un sinfín de agrupaciones que luchan por el respeto de los Derechos humanos de las llamadas minorías.
Un ejemplo de esto es el Movimiento Unificado de Minorías Sexuales (MUMS). Esta agrupación acoge a toda “personas lesbianas, gays, trans, bisexuales y de toda/o aquel que no se sienta representado por nuestra cultura heterosexista, patriarcal y machista, a través de un proceso de reflexión constante en torno a aquellos elementos del sistema cultural y legal que insiste en instalarnos en el lado de la anormalidad, un concepto históricamente construido desde la segregación y validación de la heterosexualidad como modelo único”.
Sin embargo, existe una minoría sexual la cual no es tomada en cuenta por dichas asociaciones y que también sufre del rechazo social. Estas personas son los célibes, es decir, no tienen pareja sexual ya sea hasta el matrimonio o para siempre.
El celibato es un tema poco común y es escaso lo que se conversa sobre este tema. Generalmente se asocia esta opción a los sacerdotes católicos y a monjas. La juventud se ve muy poco presente en este tema y aquellos que eligen tomar esta opción definitivamente no son mayoría y tampoco son representados por ningún tipo de asociación o movimiento específico.
Hay diversas creencias frente a la real ejecución de una vida sin sexo. Algunos creen que es una imposición de las religiones y muchos creen que físicamente no se puede llevar a cabo una vida sin calentura.
Silvia, cuyo apellido prefirió no publicar, tuvo una fuerte influencia religiosa a través de sus padres quienes son Testigos de Jehová. Ella es estudia en la universidad y va en segundo año. Ella tomó la decisión de ser célibe hasta el matrimonio y comenta que es difícil porque “uno lucha contra uno mismo”.
Cuando se le preguntó a Silvia sobre qué hacía cuando un hombre la “jotea” o si su pololo se “lo” pide, ella respondió que “Trato de no ponerme en esa situación. Por ejemplo, las veces que me han joteado no pesco y trato de ser directa, decir de inmediato que no estoy interesada. Nunca he llegado a pololear por lo mismo y la vez que lo haga va a ser con una persona que piense lo mismo que yo, bueno, eso si llega a pasar”.
Respecto a las tentaciones, el Padre católico Jordi Rivero explica que “Comprendo que para muchos el celibato sea incomprensible. La mayoría de las personas están llamadas al matrimonio, vocación más fácil de entender al nivel natural. El celibato no se puede entender sin una gracia especial sin la cual sólo se ve aquello a lo que se renuncia. Pero hay mucho más; se renuncia no para quedarse en el vacío sino porque Dios quiere unir nuestro corazón al suyo que es todo amor. Es por Él que renunciamos al deseo natural de tomar esposa y tener una familia propia.”
Alejandra Aburto, matrona, recalca que “El tener una vida sexual activa no es una condición biológica, es una decisión; no depende de las hormonas que las personas tengan actividades sexuales. Por ejemplo, hay mujeres por sobre los sesenta años que pasaron la menopausia y deciden tener sexo. En ese caso tampoco hay hormonas operando”.
De todos modos hay personas que creen que el sexo tiene una gran importancia en la felicidad y en la superación personal.
Emanuel, un joven devoto de Krishna, comenta que para él, el celibato es “una opción de pureza y que es una forma de dedicarle su vida a Dios por completo”. Si tuviera una pareja no podría dedicarle toda su vida a la espiritualidad, pues tendría que entregar una gran parte de sí a la relación. En cambio, Emanuel viaja por distintas partes entregando un mensaje espiritual.
Emanuel tiene suerte, todos sus amigos conocen su opción sexual y lo respetan mucho y por sobre todo, lo entienden. Silvia comenta que “… siempre hay discriminación, en todas partes y por todo tipo de cosas y en este caso puede ser que se concentre más en el círculo de personas (que no comparte la idea de mantenerse célibes hasta el matrimonio siquiera) que rodea a la persona célibe. No todas van a ser así, pero siempre va a ver gente que no va estar de acuerdo y llegue hasta discriminar a otros por ello.”
Silvia defiende el celibato pues “te ayuda a tener una conciencia limpia, o sea, por lo menos a mí. Siento que no podría decir que creo en Dios y sigo como el camino de lo que Él espera para nosotros si tuviera sexo fuera del matrimonio, aunque hay un montón de otros factores no tan sólo de índole sexual que tienen que ver en eso de mantener una conciencia limpia”.
Muchos creen también que para tener algún cargo en la Iglesia es obligatorio ser célibe, pues esta es más bien una obligación que una opción. Tanto Silvia como Emanuel manifestaron que esta decisión fue tomada libremente, pero que importó –en gran medida- de la crianza que sus padres tuvieron con ellos.
El Padre Jordi Rivero también desmiente esta creencia: “Es cierto que la jerarquía de la iglesia es célibe, pero hay diáconos casados y además hay muchos laicos con cargos en la Iglesia sin ser célibes. Además a nadie se le obliga a ser sacerdote ni a ser célibe. Escogimos y aceptamos libremente ser sacerdotes con todo lo que la Iglesia requiere para esa vocación”.
Es importante, de vez en cuando, traspasar la mirada común cuando se habla de minorías sexuales, pues el no optar por alguna sexualidad también es una opción de la cual poco se sabe, pero que a su vez, no es inexistente y abarca mucho más que sólo los sacerdotes y monjas.