Por Oriana Miranda
Se acerca fin de año, los malls hace tiempo están decorados con motivos navideños, y el pan de pascua y la cola de mono se apoderan poco a poco de nuestros hogares. Sin embargo, en este contexto, lo más esperado es el 2009 que se aproxima, con todas las esperanzas que conlleva el inicio de un nuevo año.
Es por eso que muchas personas, incluso familias enteras, se han amparado en las tradicionales cábalas de año nuevo para contar con mejor suerte o conseguir lo que desean, después de las doce del 31 de diciembre.
Según un estudio de la empresa de análisis y estudios de mercado Cimagroup, uno de cada cuatro chilenos declara ser fiel a un secreto de buena suerte o cábala para la noche de Año Nuevo, siendo las mujeres las más creyentes, con un 36%, contra un 16% de los hombres.
Algunos creen con fervor, otros lo hacen simplemente por diversión. Nada ni nadie ha avalado su efectividad. Lo cierto es que ¿quién no se ha puesto calzones amarillos el 31 de diciembre?, ¿o no ha esperado el año con billetes en el zapato?, ¿o, al menos, ha sabido de alguien que sí lo ha hecho?
Entre las creencias más arraigadas está la de comer una cucharada de lentejas cocidas con sal y agua, durante los primeros minutos del nuevo año, para llamar la riqueza y la prosperidad; algo con lo que Luchito Jara cumple sagradamente. ¿Podremos atribuir a aquello su fortuna? ¿Farkas comerá lentejas el último día del año?
Para el mismo objetivo también sirve sentarse en un paquete de arroz, envolver una bolsita de sal e intercambiarla por otra con algún familiar, guardarla durante todo el año y ocuparla el próximo, beber a medianoche de una copa de champagne con un anillo de oro dentro, y recibir el año nuevo con dinero dentro de los zapatos, entre muchas otras y más raras costumbres.
Los calzones amarillos también cuentan con una gran popularidad, y su función es atraer buenas energías. Más, si lo que se desea es que el año que se avecina esté repleto de amor y pasión, los calzones rojos no deben faltar la noche del 31 de diciembre. Se pueden superponer a los amarillos para conseguir ambos beneficios: además, si se usan al revés, aseguran numerosa ropa nueva. Se dice que es mucho más efectivo si las prendas son regaladas.
Ahora, si lo que directamente se quiere es llegar al altar, la receta milagrosa es pararse y volverse a sentar con cada una de las campanadas de las 12.
Existe también la manera de prepararse para recibir al próximo año. La más difundida es barrer toda la casa con sal, en círculos desde el centro hacia afuera, para eliminar las malas energías y todo lo negativo del año que se va, o con monedas de oro, para que no escasee el dinero en el hogar.
Los abrazos también son un tema. Si lo que se desea es conseguir pareja, se aconseja que la primera persona en abrazar al sonar las 12 sea alguien del sexo opuesto. Y se advierte que las mujeres solteras no deben, por ningún motivo, abrazar primero a un niño, ya que se exponen a la visita de la cigüeña sin matrimonio previo durante los próximos doce meses.
Una de las creencias populares relacionadas con el año nuevo más difíciles de realizar, es la de las doce uvas, ya que nadie pondría en duda la habilidad de quien fuese capaz de comer una uva por segundo, y además pedir un deseo por cada una. Pero valdría la pena el esfuerzo, ya que los deseos y anhelos más profundos se harían realidad.
Por último: las maletas. Se pueden sacar hacia la puerta de la casa si lo que se desea es viajar, pero es mucho, mucho mejor, si se da la vuelta a la manzana con una de ellas.
Más, entre todas las cábalas de año nuevo que se pueden recopilar o destacar, llama la atención: “esperar el Año Nuevo arriba de una silla para la buena suerte, además si se tiene un paraguas abierto en una mano, esto traerá felicidad y con una maleta en la otra, para viajar”. ¿No será demasiado ambicioso?
Imagínense: subir una silla arriba de la mesa, para sentarse sobre ella con un paquete de arroz como cojín, en calzones amarillos y rojos al revés (no se habla de calzoncillos), y que alguien te de de comer una cucharada de lentejas, y, al mismo tiempo, de beber champaña, mientras intentas no asfixiarte con el anillo de oro, ya que por ti mismo no puedes hacer casi nada, porque sostienes en una mano un paraguas abierto y en la otra una maleta.
Todo esto mientras estás sentándote y parándote con cada campanada, y cada vez que estás arriba alguna tía te ayuda a engullirte una uva y pensar un deseo, anhelo, ¡algo!, con billetes dentro de los zapatos, abrazando a un hombre, pero, por ningún motivo, a un niño.
Así, señoras y señores, no habrá cabida para malas noticias o imprevistos el 2009 que ya llega. Una proeza aeróbica, más, como reza el slogan de una famosa multitienda, la magia está en creer. O, al menos, sería el chiste del año si alguien decidiera hacerlo y subirlo a youtube.
Es por eso que muchas personas, incluso familias enteras, se han amparado en las tradicionales cábalas de año nuevo para contar con mejor suerte o conseguir lo que desean, después de las doce del 31 de diciembre.
Según un estudio de la empresa de análisis y estudios de mercado Cimagroup, uno de cada cuatro chilenos declara ser fiel a un secreto de buena suerte o cábala para la noche de Año Nuevo, siendo las mujeres las más creyentes, con un 36%, contra un 16% de los hombres.
Algunos creen con fervor, otros lo hacen simplemente por diversión. Nada ni nadie ha avalado su efectividad. Lo cierto es que ¿quién no se ha puesto calzones amarillos el 31 de diciembre?, ¿o no ha esperado el año con billetes en el zapato?, ¿o, al menos, ha sabido de alguien que sí lo ha hecho?
Entre las creencias más arraigadas está la de comer una cucharada de lentejas cocidas con sal y agua, durante los primeros minutos del nuevo año, para llamar la riqueza y la prosperidad; algo con lo que Luchito Jara cumple sagradamente. ¿Podremos atribuir a aquello su fortuna? ¿Farkas comerá lentejas el último día del año?
Para el mismo objetivo también sirve sentarse en un paquete de arroz, envolver una bolsita de sal e intercambiarla por otra con algún familiar, guardarla durante todo el año y ocuparla el próximo, beber a medianoche de una copa de champagne con un anillo de oro dentro, y recibir el año nuevo con dinero dentro de los zapatos, entre muchas otras y más raras costumbres.
Los calzones amarillos también cuentan con una gran popularidad, y su función es atraer buenas energías. Más, si lo que se desea es que el año que se avecina esté repleto de amor y pasión, los calzones rojos no deben faltar la noche del 31 de diciembre. Se pueden superponer a los amarillos para conseguir ambos beneficios: además, si se usan al revés, aseguran numerosa ropa nueva. Se dice que es mucho más efectivo si las prendas son regaladas.
Ahora, si lo que directamente se quiere es llegar al altar, la receta milagrosa es pararse y volverse a sentar con cada una de las campanadas de las 12.
Existe también la manera de prepararse para recibir al próximo año. La más difundida es barrer toda la casa con sal, en círculos desde el centro hacia afuera, para eliminar las malas energías y todo lo negativo del año que se va, o con monedas de oro, para que no escasee el dinero en el hogar.
Los abrazos también son un tema. Si lo que se desea es conseguir pareja, se aconseja que la primera persona en abrazar al sonar las 12 sea alguien del sexo opuesto. Y se advierte que las mujeres solteras no deben, por ningún motivo, abrazar primero a un niño, ya que se exponen a la visita de la cigüeña sin matrimonio previo durante los próximos doce meses.
Una de las creencias populares relacionadas con el año nuevo más difíciles de realizar, es la de las doce uvas, ya que nadie pondría en duda la habilidad de quien fuese capaz de comer una uva por segundo, y además pedir un deseo por cada una. Pero valdría la pena el esfuerzo, ya que los deseos y anhelos más profundos se harían realidad.
Por último: las maletas. Se pueden sacar hacia la puerta de la casa si lo que se desea es viajar, pero es mucho, mucho mejor, si se da la vuelta a la manzana con una de ellas.
Más, entre todas las cábalas de año nuevo que se pueden recopilar o destacar, llama la atención: “esperar el Año Nuevo arriba de una silla para la buena suerte, además si se tiene un paraguas abierto en una mano, esto traerá felicidad y con una maleta en la otra, para viajar”. ¿No será demasiado ambicioso?
Imagínense: subir una silla arriba de la mesa, para sentarse sobre ella con un paquete de arroz como cojín, en calzones amarillos y rojos al revés (no se habla de calzoncillos), y que alguien te de de comer una cucharada de lentejas, y, al mismo tiempo, de beber champaña, mientras intentas no asfixiarte con el anillo de oro, ya que por ti mismo no puedes hacer casi nada, porque sostienes en una mano un paraguas abierto y en la otra una maleta.
Todo esto mientras estás sentándote y parándote con cada campanada, y cada vez que estás arriba alguna tía te ayuda a engullirte una uva y pensar un deseo, anhelo, ¡algo!, con billetes dentro de los zapatos, abrazando a un hombre, pero, por ningún motivo, a un niño.
Así, señoras y señores, no habrá cabida para malas noticias o imprevistos el 2009 que ya llega. Una proeza aeróbica, más, como reza el slogan de una famosa multitienda, la magia está en creer. O, al menos, sería el chiste del año si alguien decidiera hacerlo y subirlo a youtube.
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